VI


Buscar nuevos intereses, esforzarnos en encontrar nuevas actividades, caminar, pintar, charlar con amigos … Cada uno debe hallar como y donde encuentra la paz. En mi caso, el caminar por un parque con un lago, mucho verde, patos, peces y pájaros me relacionan con la vida … nunca con la muerte.

Esforzarnos no quiere decir hacer cosas que no queremos hacer; siempre encontraremos alguna actividad que nos de placer, podemos estar para nuestra familia y amigos, podemos ayudar a los necesitados, sentirse “viva” por el que se fue y por los que quedaron y sobre todo para “nosotras mismas”.

No dejaremos de amar al que se fue, pero debemos tratar de recordarlo, incorporarlo como parte de nuestro cuerpo y nuestra mente y así perdurará en nuestras vidas. Si no lo dejamos ir, no descansará en paz y nosotros tampoco tendremos la paz para seguir viviendo como a él le hubiese gustado que lo hagamos.

Hay preguntas sin respuesta, cada uno debe sentirse acompañado y poder encontrar el camino más correcto. Ir o no al cementerio, un entierro, una cremación, el mantener o esparcir las cenizas. Lo importante es hacer lo que el corazón nos dice y si este cambia su mensaje respetarlo. No siempre encontraremos la misma respuesta a la misma pregunta.

Algunos prefieren sacar las pertenencias de aquel que se fue enseguida, otros dejar todo como estaba pero hay una realidad que no podemos obviar. Nuestra pareja se fue y la única manera de salir adelante es modificando nuestro presente de acuerdo a nuestras necesidades. Poner un retrato, cambiar un cubrecama, cambiar algún mueble de lugar. Aprender a vivir con lo que tenemos y no con aquello que se fue, pero no hay una única respuesta ni la solución “mágica”.

La ayuda que buscamos y recibimos va cambiando como nuestra vida. En algún momento necesitaremos hablar con nuestros pares, llorar acompañados por aquellos que sufren el mismo dolor y entonces sentir que “realmente” somos comprendidos. Otras veces sentiremos la necesidad de escuchar o ser escuchados, o simplemente sentir la compañía y la calidez de un hijo, una madre que ya “casi” no está en este mundo, como la mía o el silencioso apoyo de alguna amiga. No dejarnos estar es la respuesta. 

Esforzarnos en salir de la cama y vivir lo mejor que podamos cada día, en honor del que se fue y de los
que quedaron y sobre todo, de nosotras mismas.